domingo, 16 de marzo de 2025

NARCISISTAS

Tiktok es una red social curiosa. Lo mismo te sale alguien reformando una terraza, que otro fregando un baño hartándolo de jabón, una muchacha contando cómo el día de antes de la boda no tenía vestido o una señora largando sobre cómo era su vida cuando vivía bajo el influjo de un narcisista.

Y tú te quedas, engullendo como un idiota cualquier cosa que te pongan delante: fast food de la vida en píldoritas con una dosis máxima de 10 minutos.

Yo creo que el que diga que no tiene algo de cotilla, miente.

Ahí me quedé yo el otro día, entre fascinada y preocupada por lo que escuchaba de la biografía de esa mujer desgraciada que había tropezado con un tipo con el ego del tamaño de Murcia, y de lo que ha pasado con semejante ser humano.

"No me extraña que lo largué aquí, si es que es para contarlo", me dije.

No sé qué hora sería, igual las dos de la mañana, pero el caso es que di un bote en la cama, encendí la luz y busqué una libreta para anotar las cositas que había ido contando la señora acerca del elemento que le había amargado media vida.

Hace casi dos años que tengo una novela paralizada en un capítulo. Se me murieron de golpe las ganas de escribir a la vez que mi bailarina, cuando el tarro del amor en mi vida dio un bajón de tal calibre que me sentí vacía. Tanto que pensé que no merecía la pena ni molestarme en terminar lo que estaba haciendo en los días en los que se desató el caos.

Hasta que llegó esta señora, con su narcisista, y me mostró que solo estaba dormida, que solo necesitaba un estímulo para despertar, aunque fuera un vídeo de Tiktok en una de mis madrugadas insomnes.

Yo sé que hay quien dice que todo lo que le pasa a uno en esta vida tiene un fin, una explicación, aunque a veces tardemos mucho en encontrarla. Sé lo del efecto mariposa, también, y la verdad es que espero que esta pobre mujer no sufriera lo que sufrió con el cabestro ese solo para que yo entendiera que el personaje al que no lograba dibujar era un narcisista, pero el caso es que se me encendió la luz. 

Una luz potente de doscientos mil vatios que me ha tenido tomando notas los últimos días y haciendo progresos que ni me imaginaba.

Resulta que la respuesta la tenía delante de mis narices y, precisamente por tenerla tan cerca, no la veía. 

Igualito que cuando te pones las gafas: las llevas pegadas a la cara y no eres capaz de verlas. Ves a través de ellas, tal y como te muestran el mundo, pero no las aprecias.

Ese era el camino que se había interrumpido el final del peor diciembre de mi vida y por donde tenía que seguir, aunque hayan tenido que pasar dos primaveras tristes donde casi había perdido la fe en volver a escuchar música dentro de mí.

Pero la vida siempre te da oportunidades, o a lo mejor eres tú, cuando estás preparado. Ahora escucho la música, ahora mis dedos vuelven a saltar sobre las teclas y sonrío mientras lo hacen. Aquí estoy, aprendiendo todo lo que puedo de estos tipejos (y tipejas, he identificado a alguna en mi entorno) para ponérselo al personaje que me estaba quedando planísimo, pero que se ha redondeado definitivamente.

Y me lo estoy pasando pipa, porque como también estoy aprendiendo a contrarrestarlos, pobrecito la que le espera.

Literariamente, claro, no vayas a pensar otra cosa...

Espero que lo que le pasó a esa mujer desconocida, un día lo lea otra en mi novela, una que tenga a un ser en su vida de estos, y sea capaz de devolverle el daño, aunque sea riéndose de él.

Es lo que se merecen, ahogarse en la fuente donde se contemplan sin verse un solo defecto.


0:58



Cada noche, a las 0:58, me quedo mirando en el techo de mi habitación los grandes números rojos de la hora que proyecta mi reloj.

Sonrió por la casualidad de que cada noche mire solo una vez la hora y acierte con las 0:58.

¿Es un especie de día de la marmota?

¿Hay una conspiración brujeril para que mis ojos se vayan al techo justo a la misma hora?

¿Sucede algo a las 0:58 que se me ha pasado por alto?

¿Son las 18:58 en Bogotá?

¿Por qué no estoy durmiendo nunca a las 0:58?

¿Debería escribir una novela que se llame 0:58?


miércoles, 29 de enero de 2025

SIGILO


Eras una gata independiente, cariñosa, curiosa, juguetona y elegante. Traviesa y dulce, tanto que probablemente pensaron que sería fácil jugar contigo. 

Hace tiempo te retaron a una partida de ajedrez y aceptaste, aunque no supieras jugar.

Al fin y al cabo, creías que era solo eso, jugar. 

De vez en cuando, te derribaban alguna pieza y en algún momento aquello dejó de ser algo divertido. Las menores, solo escocían; las otras, las importantes, te llegaron a doler. Perdiste la dulzura, y la elegancia y la curiosidad cayeron después. El miedo se adueñó del tablero y de tu independencia, y un poco más y se hubiera llevado hasta el cariño.

Con cada derribo, aprendiste a jugar. Te diste cuenta que perdías por precipitación, porque no te dabas cuenta de que la paciencia, la memoria y la observación aún no habían caído. Cuando entendiste que eran tus aliadas, aplicaste el sigilo, que también lo tenías, a tus movimientos. Te volviste una gata silenciosa, astuta y taimada.

Lista y cruel.

Si para ganar había que sacrificar algo, se sacrificaba. Ningún gato siente pena por un ratón: lo caza y se lo come.

Tú querías cazar a la rata.

Te hiciste la tonta tan, tan bien que, de hecho, te tomó por tonta.

¡La de ventajas que tiene eso!

Lanzaste ataques como al descuido, no dejaste ver tu juego. Lo pusiste a dos pasos del Jaque mate y, aunque no sabía ni por dónde le va a venir y la victoria era tuya, frenaste.

Ya no importaba ganar, sino jugar con la presa, que es la parte más divertida de la caza.

No terminaste la partida que tenías a un zarpazo, porque te pudo la curiosidad y porque las piezas que te cobraste (la verdad y la mentira, la honestidad y la confianza), te supieron a muy poco. 

Tú querías más.

Con sigilo, desplegaste las garras, desvelando el resto de las costuras de un traje imperfecto que no ibas a aceptar para ti.

Tú querías el traje de ganadora o nada.

Para llevar según qué trajes, una gata prefiere vivir desnuda.


martes, 21 de enero de 2025

EPISODIO #64 ROMÁNTICAS CLUB 2.0.

Mónica Linares e Ivette Chardis me invitaron a su podcast, Románticas club 2.0. Te invito a conocerlo y a escuchar el episodio #64: Descubre la magia de la narrativa con Mayte Esteban.

Episodio #64




Descripción del episodio: En este episodio de Románticas club 2.0, entrevistamos a Mayte Esteban, una autora que ha dejado su huella en el panorama literario español.

Con una trayectoria que abarca desde la autopublicación hasta el reconocimiento editorial.

Mayte nos compartió su experiencia como escritora y detalles fascinantes sobre su última novela, La lectora de Bécquer.


Te animo a descubrir el resto de episodios, que son muy interesantes.



domingo, 5 de enero de 2025

LA LECTORA DE BÉCQUER, RECONOCIMIENTOS

Los problemas de salud a veces se comen el tiempo extra, y cuando esta responde, te dedicas a vivir a tope, por lo que pudiera llegar, así que no he compartido algunos datos que creo que debería guardar en este blog.

El primero de ellos es que La lectora de Bécquer quedó entre las diez novelas finalistas de los Premios Britt de 2024. La ganadora este año, merecidísima, es Entre hilos de silencio, de Pilar Muñoz, una novela que no me canso de recomendar porque creo que Pilar ha hecho un trabajo impresionante con ella y se merece todo. Te la enlazo en audiolibro, es una pasada la narradora, complementa a las mil maravillas el trabajo de Pilar. 




El siguiente reconocimiento se lo ha dado el blog La puerta de los libros infinitos en sus Premios Infinito de cada año. En los de 2024, La lectora de Bécquer se ha destacado en dos categorías. Le doy las gracias, aunque casi me he enterado cuando ya se han fallado, últimamente en las redes no me notifican ni siquiera donde me etiquetan, así que, si no lo hacen, si logro ver algo, es por un pequeño milagro.