martes, 23 de agosto de 2016

HERIDAS DE AMOR Y GUERRA DE MEG FERRERO



Sinopsis:

El 21 de octubre de 1854, treinta y ocho mujeres partieron directas a una guerra para cuidar a miles de soldados ingleses heridos, cambiando así el curso de la enfermería moderna. Anna St. James formaba parte de esa expedición de valerosas enfermeras; una mujer indómita contraria a cualquier guerra que cometió una terrible negligencia al atender a un soldado indebido.

Álex, un atractivo general herido, se enamoró de la joven enfermera que atendía sin discriminaciones a cuanto herido recibía.

La guerra los sentenció a ser enemigos, pero sus corazones los condenaron a amarse en medio de un escenario cruel, lleno de dolor y sufrimiento.

Mis impresiones:

Me va a costar mucho hacer esta reseña porque no es una novela que me sea ajena. Tuve la suerte de leerla cuando Meg Ferrero la terminó, puesto que ella para mí no es solo una escritora. Es Esther. Es una amiga con la que me río muchísimo cada vez que nos encontramos, una mujer que transmite la misma pasión que pone a todo lo que escribe. Antes de terminar la novela, yo creo que incluso antes de empezar la redacción, ya me estaba contando lo que planeaba hacer y el entusiasmo que le ponía me confirmaba que de ahí saldría algo bueno.

Meg Ferrero es escritora de novela romántica. María Esther García Ferrero es enfermera. Una misma persona que quería aunar sus dos facetas en una novela que fuese su particular homenaje a las enfermeras. Por eso, durante mucho tiempo, siempre que hablábamos de esta novela era de "La enfermera". Cuando la acabó a mí no me convencía mucho el título, pero es que a ella tampoco, ni al resto de "conspiradoras" que vivimos cerca de ella esta aventura. Por eso nos convocó vía mensaje una mañana y planteamos una tormenta de ideas hasta que Maribel (Blog de Vanedis) encontró el que le venía como anillo al dedo. De esa mañana me quedo con lo que nos reímos, con el buen ambiente que fluía mientras cada una iba diciendo lo que se le ocurría. Esa camaradería entre autoras que valoro muchísimo.

Sé que hay quien piensa que las novelas románticas se escriben cerrando los ojos, sumando dos y dos y sentándote delante de un teclado a escribir hasta llegar a las doscientas páginas. Sé que lo que estoy diciendo suena duro, pero es algo que he tenido que escuchar y que me repatea, porque tienen mucho trabajo detrás. No solo porque hay que construir personajes igual que en un novela negra o en una fantástica, hay que crear una trama sólida, que encima viene limitada por el final que en romántica tiene que ser satisfactorio para el lector sí o sí y, como en todas, hay que documentarse.

En "Heridas de amor y guerra" la documentación fue exhaustiva. Meg leyó un montón de libros sobre la guerra de Crimea, sobre el principio de la enfermería, sobre Florence Nightingale, precursora de la enfermería moderna... Se pasó horas buceando por libros para saber cómo vestían, tuvo que mirar manuales militares... Vamos, que no fue sentarse y soltar la historia, sino que trabajó muchísimo para que nosotros, como lectores, tengamos la sensación de estar viviendo la historia en primera persona. Yo, además, he aprendido cosas que no sabía. Por ejemplo, no tenía el placer de conocer a la señora Nightingale, y ahora sé que la llamaban "la dama de la lámpara" por la costumbre que tenía de realizar rondas nocturnas para atender a sus pacientes, y que fue quien sentó las bases de la enfermería moderna. Aprendí que en la guerra de Crimea se trasladó con un grupo de enfermeras hasta el frente para atender allí a los heridos, algo que no se había hecho hasta el momento.

Sin embargo, toda esta documentación no abruma, como pasa en otras novelas. Meg la inserta en el contexto, lanza las pinceladas justas para que el lector se sienta allí sin aturullarlo. Y yo, al menos, eso lo agradezco. Hace un par de años leí una novela de mucho éxito que usaba páginas y páginas de historia que interrumpían la trama de tal modo que a mí me estaban sacando de la narración principal todo el tiempo. Esto en Heridas de amor y guerra no pasa. La historia de la protagonista, Anna St. James fluye, su historia de amor imposible con Álex, el oficial ruso, siempre se mantiene en un plano por encima de la ambientación y a mí así me convencen las historias mucho más.

A lo largo de la novela veremos una evolución en los personajes y conoceremos a Anna, una mujer de armas tomar, valiente, decidida y con muchísimo carácter y una fortaleza inquebrantable. La idea de lo absurdo de la guerra sobrevuela durante toda la narración, el pensamiento de por qué las personas tienen que ser enemigas dependiendo del lugar donde hayan nacido cuando los conflictos, la mayoría de las veces, ni siquiera son capaces de entenderlos. Que los que los plantean se apoltronan en sus despachos mientras que son otros los que tienen que dejarse la vida entre el barro del campo de batalla.

Meg Ferrero sabe crear química entre sus personajes y la vamos a ver entre Álex y Anna a lo largo del relato, con escenas sensuales que tienen su sello (siempre le digo que la reconocería escribiendo aunque no me dijera que el texto es suyo). Y, además, hace un guiño a otra de sus novelas, El Pecado, que no me esperaba en absoluto. Si no has leído esa novela quizá no te des cuenta, tampoco pasa nada, pero para los que la hemos leído me resultó muy interesante.

Con esta novela, Meg se convierte en otra de las autoras de HQÑ. Autoras españolas y sudamericanas que os digo desde ya que no tienen nada que envidiar a las de otros países.

Quiero darle las gracias a Esther (Meg), por ese cariño en los agradecimientos que se olvidó de poner en el libro (lo del despiste va por barrios, jajaja). Yo también a ti.

lunes, 22 de agosto de 2016

BARRIDOS POR EL SALITRE DE LENA MORENO



Sinopsis:

Una historia de amor, amor puro.
La primera vez que Daniel y Mónica se vieron, el suelo no tembló, no sonaron campanas, no se detuvo la tierra y, por supuesto, no se les paró el corazón… Pero aquel verano, su historia les cambiaría la vida para siempre.
La noche que todo cambió, la playa se desbordó de amor y cientos de besos fueron barridos por el salitre. Un pedazo de sus almas se quedaría para siempre perdido en el hueco que el mar construye cuando invade la arena. El deseo y el anhelo que supuraron sus cuerpos impregnó como un halo aquella escena, que prevalecería para siempre en sus recuerdos.

Mis impresiones:

¿Sabéis esas veces que no te atrae nada un libro? Este es un ejemplo. Lo vi desde que se publicó en Amazon, leí la sinopsis -que no me dijo nada- y lo dejé correr porque la portada sí me decía algo: que no me gustaba. Sé que tengo prejuicios con las portadas, pero considero que son la carta de presentación de una historia y esta no me lo parecía (ni me lo sigue pareciendo). Entre la sinopsis y la portada lo descarté, sobre todo por el montón de lecturas que tengo acumuladas, que un día se me van a venir encima como un tsunami y me van a aplastar.

Hace días, la autora puso gratis la novela. Comparto con mi madre el kindle y algunas veces lo que no me gusta a mí, a ella si. Por eso la descargué, pensando en que sería ella la que la leyera y no yo. Hasta hace dos días.

Tenía que hacer un viaje y siempre me llevo el kindle para leer en el coche. No me mareo leyendo, así que los viajes se me hacen cortísimos, aunque no me entero de nada de lo que pasa. Recuerdo que cuando llegué al destino me preguntaron si la carrera que había en el pueblo al que iba había cortado muchas calles y pensé: ¿qué carrera? No había logrado separar los ojos de las palabras de esta historia, incluso salí la última del coche.

Me había quedado enganchada con la historia.

En Barridos por el salitre encontramos la historia de Mónica y Daniel, que empieza como dice la sinopsis, sin música, sin que tiemble la tierra cuando se miran, pero que poco a poco va creciendo. De una amistad adolescente, que es lo que son ambos cuando arranca, se transforma en sentimientos más profundos a lo largo de un verano. Son muy jóvenes, aún no saben muy bien cómo gestionar lo que están sintiendo y eso hará que la historia no cuaje. Cada uno elegirá su camino, hasta que la vida vuelva a ponerlos frente a frente.

La novela arranca antes que la historia de Mónica y Daniel, cuando esta se prepara para ir con su marido Ángel, su hermana Rosa y su cuñado Roberto a cenar en un impresionante centro comercial de lujo que han abierto en la ciudad, el Varadero. El lugar es mágico y Mónica está, como los demás, fascinada por todo lo que ve. En medio de la cena entre los cuatro, un camarero aparece con una botella de vino para ellos, cortesía de la casa, que deja petrificado a Roberto. Él, que entiende de vinos, se da cuenta de que la botellita cuesta más de cuatrocientos euros, un regalo un poco desmedido para unos clientes que es la primera vez que ponen un pie allí. Enseguida aparece la explicación: Daniel, un antiguo amigo de Mónica, es el dueño.

A partir de aquí, la historia retrocede en el tiempo para contarnos cómo se conocieron Mónica y Daniel. La autora divide la novela en tres partes, con prefacio y epílogo, y cada una de ellas la titula con palabras que hacen alusión a las mareas: bajamar, marea viva, marea muerta, pleamar y resaca. En ellas va desgranando la historia y mostrándonos a todos los personajes.

Escrita en tercera persona, con un narrador omnisciente y una narrativa sencilla tiene todos los ingredientes para mantener la atención del lector durante todo el tiempo de lectura. A mí me han bastado apenas dos días, menos si contamos que empecé el sábado por la tarde y la acabé el lunes a primera hora de la mañana. Los personajes están muy bien definidos, me gusta cómo evolucionan, de manera coherente a lo largo del relato. Iba a deciros el que menos me ha gustado, no como personaje, sino pensando en que pudiera ser alguien real, pero me estoy dando cuenta de que es desvelar mucho de la trama, así que me lo quedo.

Siempre hablo de la importancia de las cartas de presentación de las novelas y de que tenemos que dejarnos de prejuicios al juzgar un libro y sé que en este caso yo me equivoqué con la portada. O la portada me hizo confundirme. Sé que si no lo hubiera puesto gratis me lo habría saltado y habría sido una pena porque lo he disfrutado.

Os lo cuento para que no seáis tan tontos como yo.

Lo podéis conseguir en Amazon. 0,99€ tendrán la culpa. ¿Qué es eso? Menos de un café y se disfruta más, os lo aseguro.

sábado, 13 de agosto de 2016

AUTORES DESCONOCIDOS

Leo mucho. Eso, echando un vistazo al blog, no es ninguna novedad, y tampoco si digo que no solo leo a autores de renombre, ni a clásicos, sino también a muchos desconocidos que se están intentando abrir paso en este mundo de la escritura sin el apoyo de ninguna editorial. Algunos son auténticos descubrimientos, novelas fantásticas que no tienen avales y que, sin embargo, cumplen mis expectativas lectoras. Incluso por encima de otros que sí vienen de la mano de editoriales punteras y que tienen mil reseñas fantásticas en las redes. Otros, por el contrario, no me convencen en absoluto, siento que todavía el autor tiene que madurar como tal, pero no por ello los aparto como autores y no doy otra oportunidad más adelante. Creo que todos estamos aprendiendo y es normal no llegar con todo sabido a la primera.

Pero hay gente que publica en Amazon a la que no leeré.

¿Motivos?

Las sinopsis de sus libros. Algunas tienen deficiencias de redacción tan graves que me parece que si, en esas escasas líneas de presentación, no han sido capaces de hilar las ideas, el libro me costará seguirlo. Lo sé, porque varias veces obvié este detalle y fueron absolutos fracasos lectores. Lo sé, porque a veces hasta leo los fragmentos gratuitos por si me equivoco, pero la verdad es que no suele ser el caso. Si alguien no tiene un dominio de la lengua mínimo, en esas pocas frases se nota mucho, incluso porque algunas tienen hasta faltas de ortografía de las que hacen sangrar los ojos.

Otra de las razones son las flores.

(Ahora os imagino pensando en portadas con flores, jarrones, floristerías o aromas evocadores... No, no son esas).

Son las flores que los mismos autores se echan a sí mismos en las líneas de presentación de la novela que deja Amazon. En ellas se puede poner lo que uno quiera, por mucho que digan que están revisando el texto antes de dar el visto bueno para que suba a la plataforma no es cierto: pasa cualquier cosa. Si no, no es comprensible que un autor que acaba de llegar se compare a sí mismo con un clásico del género en el que encuadra su obra, o que se adjudique alabanzas que en todo caso corresponderían a los lectores. No me refiero a cuando se incluyen fragmentos de reseñas que han salido del libro, sino antes, cuando no hay nada (buceas por la red y de verdad no hay nada), cuando aunque te pases el día observando el top no has visto jamás el libro (de hecho está en el puesto 25000 o más) pero te dicen ufanos que fueron número uno. ¿Dónde? ¿Entre sus conocidos?

Es algo muy curioso: a más flores, menos "chicha" en el libro.

El otro día hablaba con dos amigas escritoras, de las buenas, y las tres concluíamos que parece esencial inflar el curriculo para darse a sí mismo una presencia con la que competir en Amazon. Pero en ese planteamiento hay un error.

Esto no es una competición.

Esto no debería ser una competición, más bien.

Esto es algo a lo que le deberíamos tener muchísimo respeto. Si se sube un libro es porque alguien se deber haber tomado su tiempo para escribirlo, corregirlo, apuntalarlo y hacer algo al menos digno. Legible. Guste más o menos, a más o menos gente, pero lo importante es el libro en sí mismo. Esto no es una competición con los demás, o no debería serlo, deberíamos competir con un único "enemigo": nosotros mismos. Lo que se debería poner a prueba es nuestra capacidad para mantener la atención del lector por lo que hemos escrito, y no captarlos con la promesa de que somos el nuevo Alfred Hitchcock o la mismísima Isabel Allende.

Así no.

Otra cosa que quiero decir es que estos días me están llegando un montón de correos de gente que quiere mandarme sus novelas para que las lea y dé mi opinión. Autores desconocidos, como lo fui yo hace no tanto (creo que lo sigo siendo). Muchas gracias porque todos llegan de manera muy respetuosa, pero tengo que deciros que no leo así. Sé que estáis muy ilusionados por encontrar lectores, pero hay otros blogs que se dedican a ello y lo hacen de maravilla. Yo no, y además este blog no tiene apenas repercusión. Yo, además, compro todos los libros que reseño y solo escribo de los que me gustan porque la falta de tiempo y mis propios problemas me pueden. Prefiero seguir eligiendo yo y espero que no os molestéis conmigo cuando os respondo que no.

De verdad, no puedo.

lunes, 8 de agosto de 2016

LO QUE DEJA EL VERANO

Los veranos son mi momento de lectura por excelencia. Dedico a esta actividad todo el tiempo que en invierno no tengo y son muchos los libros que caen en mis manos y que literalmente devoro. La verdad es que de muchas lecturas veraniegas no dejo constancia en el blog. Algunas, porque no me llenan en absoluto (he leído un par de bestsellers actuales de novela negra que han entusiasmado al público y a mí me han dejado fría) o están esas otras que sí, que mientras duró la lectura las disfruté pero que, una vez terminadas, poco tenía que decir de ellas y preferí mandarlas al cajón del olvido.

Aquí, en el blog, solo se refleja lo que me gusta de verdad.

Sin embargo, este verano no estoy leyendo tanto como otros. A finales de junio me di una auténtica paliza lectora poniendo mi insignificante granito de arena en un proyecto en el que creo y, aunque mi aportación no sea reseñable, acabé agotada. Incluso los escasos días de vacaciones de los que disponía se los dediqué, porque cuando creo en algo es lo que tengo, que me entrego. Me alegro de que le vaya muy bien, aunque a mí de esto solo me haya quedado la necesidad de descansar de leer y unas tremendas ganas de otra cosa...

De escribir.

Hace exactamente dos meses comencé la que es ahora la novela que estoy escribiendo. En realidad no puedo decir que fuera empezar, porque las primeras palabras de esa novela las puse hace un par de años. Un día, hace muchos meses, dejé que dos personas las vieran y coincidieron en que la novela que estaba escribiendo, o al menos eso era lo que aparentaba a juzgar por esas páginas, era chick lit. No tengo nada en contra del género, pero no era lo que yo quería escribir y era justo lo que estaba haciendo, así que mandé a paseo el proyecto y empecé otro. Tengo una novela a medias que escribí en ese tiempo y otra terminada que arrancó después.

Sin embargo, se me había quedado una espinita Yo quería contar esta historia, lo tenía muy claro, así que investigué qué era lo que hacía que pareciera un texto de un género casi con toques de humor cuando yo trataba de contar algo un poco más serio.

En narrador estaba mal enfocado.

El tiempo verbal mal elegido.

La protagonista no era la adecuada.

Los escenarios no acompañaban a mi historia.

Después de leer esto podréis pensar que no había nada en su sitio y llevaréis razón. Nada de lo que escribí se ajustaba a lo que quería así que me puse manos a la obra y empecé con la reforma. Cambié de narrador, de tiempo verbal, de género del protagonista y los escenarios fueron otros. Eso supuso que NADA de lo que tenía me sirvió. ¿Nada? Sí, lo que en el fondo quería transmitir estaba, pero la cuestión es que con solo hacer retoques no servía. Entré con pico y pala y hoy esa novela no se parece a la que la originó.

Y luego llegará la lista de turno a decirme que no trabajo los textos...

Mi cuaderno de notas y esquemas


Llevo casi 60000 palabras en estos dos meses. He sido muy constante en la redacción, dejándola de lado solo los días en los que me tuve que poner con ese otro proyecto ajeno que se comió todo mi tiempo libre y alguna dioptría. Me queda muy poco para alcanzar el final que persigo y la verdad es que hoy me he dado cuenta de que lo estoy ralentizando porque me lo estoy pasando tan bien con ella que no quiero acabar.

No encaja en el género que se me presupone como autora (el día que yo encaje en algún sitio moriré de la impresión) y por eso no hay ni opciones de publicarla, eso lo he aprendido con ATCLV, pero quizá sí las tendrá si un día decido emprender otro camino que se me ha ocurrido y que sumaría una más a las experiencias que estoy viviendo con la escritura. La verdad es que se me han ocurrido dos (en esto de elegir líos en los que meterse siempre he sido muy imaginativa y con bastante facilidad para pisar charcos en los que, a veces, acabo empapada).

De momento, no hay prisa.

Este verano me dejará estos personajes, su historia, sus pensamientos y sus miedos. Una novela que deseaba escribir y que espero redondear sobre todo para mí misma. Otros personajes, los que os mostraré en breve, navegan en un proyecto que ya está rodando y lo hacen viento en popa, para tomar el relevo de Alberto y Rocío.

Mientras estos otros tengan su tiempo, me dejarán a mí el mío para un par de novelas más.

miércoles, 3 de agosto de 2016

LISTONES


El otro día hablaba con mis chicos de la infelicidad de los autores románticos del XIX. Eran idealistas, buscaban con desesperación lo absoluto, pero sus anhelos se veían constantemente insatisfechos, lo que les llevaba a la frustración. La realidad y sus ideales chocaban y eso les hacía rebelarse contra las normas morales, sociales, políticas y religiosas. Buscaban escapar del mundo hacia el pasado o lugares como oriente, lejanos y exóticos, que para ellos representaban la vía de escape necesaria para encontrar la libertad que ansiaban.

Se me quedaron mirando con cara de ¿qué has dicho?

Entonces, como sé que para que te entiendan no hay que explicar las cosas del mismo modo, sino buscando un ejemplo que se adecue a su nivel de comprensión, les puse un ejemplo.

¿Qué pasa si pretendéis saltar una valla a veinte centímetros del suelo? Enseguida respondieron que era posible. ¿Cómo os sentiríais? Bien, lo hemos logrado. Supongamos entonces que la valla la elevo a… un metro. ¿La saltaríais? Se lo pensaron, pero llegaron a la conclusión de que quizá lo lograsen, no es una altura imposible. La sensación al conseguirlo sería la de haber superado un reto. Entonces, hice la última pregunta: ¿Y si la pusierais veinte centímetros por encima de la cabeza? Concluyeron que esa altura era una quimera, que lo más posible sería que no fueran capaces. Entonces entendieron a los románticos: la frustración, el desengaño, las ganas de dejarlo y, en su caso, de buscar cualquier cosa que les hiciera olvidarse de la maldita valla inabordable.

Me decía una niña ayer en el parque que le resultaba imposible entender las explicaciones de una de sus profesoras, porque hablaba con un lenguaje “raro”. Palabras que no captaba y explicaciones que eran las mismas que las del libro, pero que le causaban una sensación de inquietud porque no entendía nada y llegó un momento en el que tomó la decisión de no preguntar, porque… ¿para qué? La profesora le repetía lo mismo con las mismas palabras y seguía sin entenderla.

Esta mujer pone el listón muy alto. Quizá las palabras que elige son las adecuadas… para otro público, pero no para niños de primero. ¿Nadie le ha hablado de las tres características que tiene que tener un discurso? Coherencia, cohesión y adecuación, porque si no, la comunicación se convierte en un listón insalvable, que provoca frustración y desencanto. Abandono, como el de esta niña que ha decidido no volver a hacer una pregunta en clase. La idea de que es mejor irse a cazar Pokemon que nutrirse de unos conocimientos que alimentan el espíritu crítico y que, aunque parezca que no, se pueden aplicar a temas muy cotidianos.

Lo que les pasaba a los románticos, nos pasa a todos cuando el listón en nuestras vidas lo ponemos demasiado alto. Las expectativas nos frustran y el abandono extiende su bandera y nos hace apuntarnos a sus filas.