martes, 1 de agosto de 2017

TRES MINUTOS DE COLOR DE PERE CERVANTES



Sinopsis:

Tres minutos de color la estéril lucha contra el tiempo y la muerte cobra un significado muy distinto. 

Coque Brox, el protagonista de la historia, es un inspector de policía de mediana edad, separado, parco en palabras, amante de todo aquello que conserve su esencia y acromatópsico, o lo que es lo mismo, percibe la vida en blanco y negro. Herido de por vida tras sufrir una pérdida irreparable, solo le alienta la lucha por recuperar el cariño de su hija adolescente. En una Barcelona en caída libre, cuyos locales de diseño no logran acallar la apremiante nostalgia de sus habitantes, investigará la violenta desaparición de Palma, amigo y compañero de profesión. Durante el tiempo que duren las pesquisas se las verá y deseará para mantener engañado a un suspicaz comisario que no lo quiere en la investigación, sufrirá los persistentes intentos de suicidio de su exmujer, y conocerá muy de cerca qué es una ECM (experiencia cercana a la muerte). Lejos de las clásicas novelas de procedimiento policial, el inspector Coque Brox se verá obligado a visitar un terreno verdaderamente desconocido para él y para el resto de los mortales. Lo que un descreído como él nunca imaginaría es que hay lugares sobrenaturales que albergan la verdad, aunque el camino que conduce a ellos todavía siga siendo un misterio. Y como dijo Jorge Luís Borges: «Lo sobrenatural, si ocurre dos veces, deja de ser aterrador».

Tres minutos de color explora una cuestión para todos inevitable: ¿qué hay después de la muerte? No es una novela escrita solo para que te guste, sí lo es para que te estremezca, te haga dudar y reflexiones. 


Mis impresiones:

Hay libros que llegan a ti por caminos especiales. Este es uno de ellos.

Tengo dos amigas con las que comparto un chat. No me acuerdo de cuándo lo abrimos, ni quién de las tres lo hizo (¿María José tal vez?), pero el caso es que desde hace años se ha convertido en algo especial en mi vida. En él intercambiados impresiones sobre lecturas y escritura, ya que las tres compartimos esas dos pasiones. Nos recomendamos libros porque, aunque lo que reflejamos al escribir sea muy diferente, leemos parecido.

Somos  distintas, pero perfectamente compatibles.

Mis dos amigas se llaman María José Moreno y Pilar Muñoz, seguro que os suenan, porque son dos excelentes escritoras cordobesas. María José Moreno es psiquiatra, autora de La Trilogía del Mal y Bajo los tilos y Pilar Muñoz, psicóloga, acaba de publicar Un café a las seis, una obra de corte intimista y tiene otras dos novelas contemporáneas, Los colores de una vida gris y ¿A qué llamas tú amor?, así como un libro de relatos.

Además de cuidar de mi salud mental (es broma), como os he dicho asesoras literarias de primera. Hace un tiempo, María José nos habló en el chat de esta novela de Pere Cervantes y Pilar enseguida mostró interés por ella, porque ya había leído La mirada de Chapman y le había gustado mucho. Ambas son más de novela negra que yo (aunque también la leo) y estaban entusiasmadas. Como me encontraba en plena recta final del curso no presté demasiada atención al libro, hasta que Pilar lo leyó y nos contó que le había durado solo dos días entre las manos. Me dejó un mensaje:

"Mayte, te va a gustar".

Me picó la curiosidad, lo anoté, pero no me dio tiempo ni a ir a la librería, porque al poco llegó la cartera con un paquete. En su interior, un libro: Tres minutos de color.

Como voy a ir a Córdoba a finales de agosto, me quise dar prisa en leerlo, para poder comentarlo cuando las vea. Y así fue como esta novela llegó a mí y se coló en mis lecturas, dejando atrás esa pila de libros que siempre tengo en mi mesilla.

Lo hizo, estoy convencida, en un buen momento.

Pero, ¿qué es Tres minutos de color? Es una novela dividida en tres partes de distinta longitud, en las que un narrador omnisciente, en pasado, nos plantea una trama que en principio no deja de ser la de una novela negra. Sin embargo, casi desde el principio, varios sucesos extraordinarios les ocurren a los personajes secundarios, Oliver y Nadia, que hacen que se planteen una cuestión que quizá todos nos hemos hecho en algún momento: ¿hay vida después de la muerte? A Nadia, un paciente, Antonio Carrascosa, que le cuenta una experiencia cercana a la muerte le hace plantearse toda su formación científica, si no será cierto que somos algo más que química que cesa en el instante en el que respiramos por última vez.

La verdad es que conjugar una trama de novela negra con un tema así es delicado, porque puedes correr el riesgo de que al final todo se resuelva por obra y gracia del deus ex maquina, pero no es el caso de esta historia. Al final, todas las piezas que el autor ha ido diseminando a lo largo de la trama acaban encajando.

Un planteamiento clásico encuadra esta historia en una primera y una tercera partes que no se salen de lo que es una novela negra, y es a segunda parte, la esencia de esta novela, la que rompe moldes y arriesga con algo que es completamente innovador (en un género que hay tanto escrito que innovar se está convirtiendo casi imposible). Sin embargo, es esa segunda parte la que le da una potencia inusitada a esta historia, la que la hace especial y la vuelve reflexiva y profunda.

 Es la que más me ha mantenido enganchada.

A lo largo de 350 páginas, Pere Cervantes nos muestra una colección de personajes desencantados de la vida, que se mueven en la Barcelona de 2005. La unidad de Desaparecidos de la Policía está a punto de extinguirse en Barcelona, cuando los Mossos de Escuadra tengan plenas competencias en la ciudad. Coque Brox, el protagonista, no sabe qué será de él, pero lo que sí tiene claro es que quiere resolver una desaparición que no le deja en paz: la de su compañero Palma. Su situación personal no es la mejor: con una hija adolescente esquiva, una exmujer suicida y una pérdida irreparable a sus espaldas, Coque además tiene que lidiar con una acromatopsia que le hace ver el mundo en blanco y negro.

Tanto él como Nadia, la neurocirujana, o el mismo Oliver, el forense compañero de piso de Brox son seres solitarios. O el Aspas, un personaje muy particular que me encantó. O Rodri, el dueño de la taberna. O Marga, que no tiene ganas de vivir porque hay pérdidas en la vida que te las quitan y te impiden ver que sigue siendo en color.

Si ha habido algo que he sentido en esta novela, que se mastica, es la soledad de todos los personajes.

Me ha gustado la ambientación, esa sensación de estar pisando una Barcelona que quizá hasta se parezca a la que recuerdo (mi última visita se remonta a 2007). Un homenaje a la ciudad, que creo que de algún modo lo hacemos todos los que escribimos con los sitios que amamos.

Sobre el final, creo que no me ha sorprendido nada y me ha sorprendido que no me sorprendiera. A ver si me explico, que en lugar de una frase parece que he escrito un trabalenguas. Es un final fantástico y me parece que encaja a la perfección. Si esto fuera un puzle, podría pasar la mano por encima y no se notaría la diferencia entre una pieza y otra porque está tan bien tramada que resultaría suave y liso como tocar el cristal de una ventana. Pero pude anticiparme, pude saber dónde iban las piezas mucho antes de terminar la lectura. Mi mente se iba adelantando, planteando hipótesis y todas las cumplía. Por eso digo que no me sorprendió, porque si hubiera tenido que escribir el final, quizá las hubiera puesto todas en el mismo sitio que Pere Cervantes.

Eso me ha encantado. Es notorio lo torpe que soy para anticiparme cuando se trata de una novela negra.

Hay quien valora de manera muy positiva los finales sorprendentes. Yo prefiero los que pide cada historia y esta tiene el que mi cuerpo me pedía, así que no puedo decir nada más que me quito el sombrero.

Sobre la narrativa, no había leído a Pere Cervantes, así que no sé mucho de cómo escribía antes de este libro. Pero respecto a este, me han entrado ganas de subrayar frases, he compartido alguna en Twitter y alguna ha ido a parar a mi agenda de frases. Eso es una de mis buenas señales. Otra, que la prosa me iba gustando cada vez más a medida que avanzaba. Al principio no la noté tan envolvente como al final.

Antes de terminar la lectura ya sabía que le iba a poner un pero: la portada. No me llama nada la atención, ni el tipo de letra, ni el dibujo, ni entendía qué me estaba tratando de contar. Después de leída la novela, igual que pienso que el título es perfecto, la portada la entiendo, pero sigue sin convencerme mucho. Pero es lo de menos. Olvidaos de portadas y leed.

Merece la pena.