jueves, 15 de marzo de 2018

EL COLOR DE LAS MAREAS DE MIKEL ALVIRA



Sinopsis:

A través de un manuscrito, un anciano, que se presenta como Joaquín, le cuenta a la galerista Nuria Tussaud la historia de su tatarabuela Beatriz y de su familia. El viaje por la memoria reconstruye vidas pasadas, historias que en los nuestros pensaríamos que son imposibles.

El color de las mareas es la historia de amor de Beatriz y Marcel Hugarte, filtrada por la mirada de Mikel Alvira, que traza el lienzo de unas fascinantes relaciones humanas a lo largo de cinco décadas, desde aquel recordado 1898 hasta 1948.

Mis impresiones:

Conocí a Mikel Alvira a través de La novela de Rebeca hace un par de años. Ya en ese momento me fascinó su capacidad para jugar con las palabras, con los narradores, su particular forma de armar las historias. Sabía que quería leer algo más suyo y que sería especial, y no me equivocaba.

Por todo.

Lo primero, en lo que concierne a lo personal, es que he leído sin presión. A veces, cuando me gusta una historia, yo sola me estreso, porque sé que voy a contar aquí mis impresiones y me esfuerzo en recordar datos, en anotar, en asir sensaciones para después plasmarlas en el blog. Hace poco decidí que no iba a volver a hacerlo, porque la lectura se había convertido en un sillón incómodo: cuando el libro no me llegaba, porque no lo disfrutaba. Cuando sí lo hacía, por esa necesidad de no dejarme nada.

Dejé las notas a un lado, abrí las páginas del libro y le hice una promesa silenciosa: voy solo a leer. Voy a disfrutar este viaje cerrando los ojos y dejándome llevar de la mano.

Y lo he hecho, he leído, me he dejado mecer en la prosa poética de Mikel, como si estuviera a bordo del Hamaika mientras Marcel Hugarte lo pilotaba. He escuchado atentamente esta historia de vaivenes en el tiempo, de narradores que se dan la mano y se van cediendo el testigo. Me he parado a saborear esos otros párrafos en los que el narrador piensa en voz alta y me habla de la vida, pero no de la de Marcel o Beatriz, ni siquiera la de Nuria o Jorge, o de cualquiera de los otros personajes que pueblan la novela: cuando me habla de la vida, de lo que todos podemos experimentar en algún momento.

Me he dejado conmover y seducir por la sabiduría de las emociones que se te meten bajo la piel y te despiertan.

No os voy a contar mucho de la historia. Os diré que, al terminar, me pregunté si Marcel Noviembre fue como la marea en la vida de Beatriz Tussaud. Me pregunté por San Telmo y su faro, y esa galería de arte en un lugar tan especial. Y en una frase, la única que no pude evitar anotar (uno no se cura de golpe de toda una vida): "Hay miradas que valen una vida".

Cerré el libro con la misma frase que lo abre y, si no fuera porque la vida es corta y los libros muchos, tal vez hubiera pensado subirme de nuevo en este barco y recorrer el mar de emociones que lleva.

Un placer, señor Alvira. Ha sido un placer este paseo.

Le espero en el siguiente.

8 comentarios:

  1. Ese anhelo que despierta el no dejarte nada me es conocido y también la sensación de que pierdes el placer.
    Y con este libro creo que debe merecer la pena dejarse llevar. Me dejas aún con mas ganas de las que tenía. Me alegro mucho de que lo hayas disfrutado tanto. Llegará...
    Besote

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  2. Me queda poco para terminarlo, pero como tú, estoy meciéndome en la historia. Un lujito.

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    1. Necesitaba una novela así para reencontrarme con la lectura. Sin querer me he ido poniendo trampas, pero me he prometido que nunca más. Este año elegiré con mimo a los autores.

      Besos

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  3. Uys, pues no lo conocía. Y si me lo cuentas así, me lo apunto sin dudar.
    Besotes!!!

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    1. Si no has leído a Mikel, hazlo. Sé que te va a gustar.

      Muchos besos, Margari!

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  4. Esto es lo que quería, ir viendo opiniones de su nuevo libro para ver qué contabais.
    DEsde luego, derrochas entusiasmo.
    Besos.

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    1. Jajaja, Mikel escribe tan bien que es casi imposible que no me entusiasme. El otro día leí en un comentario de una novela (no de esta) que si la historia es bonita le perdonaba una mala redacción. Yo eso no lo perdono de ninguna manera, para mí el cómo es la novela misma, su valor está ahí, la literatura es eso.

      Lo otro... pues le doy el mismo valor que a una peli de las cuatro: la veo (la leo) y se me olvida, porque no me ha hecho sentir nada.

      Besos!

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